El teatro vulnerable by Griselda Gambaro

El teatro vulnerable by Griselda Gambaro

autor:Griselda Gambaro
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 444719
editor: Penguin Random House Grupo Editorial Argentina
publicado: 2015-08-31T16:00:00+00:00


* Conferencia cuyo título propuesto por la Universidad de Cuenca fue “Mis aportes al teatro”. Universidad de Cuenca, Madrid, 1998.

Discépolo: nuestro dramaturgo necesario*

El grotesco, ese género donde se ve “llorar la Biblia contra un calefón”, desacraliza el drama y, sin empequeñecerlo, lo trae a este lado de las peripecias cotidianas donde los hombres fracasan y sufren sin demasiada grandeza, donde un tropezón desafortunado, un resto de fideo colgando del bigote en un rostro que llora son capaces de desarticular con el ridículo las penas más profundas.

En el teatro de Armando Discépolo este grotesco de la existencia está expresado con concisión ejemplar, y el lenguaje es la mecánica, una de las mecánicas, que lo transmite. La otra es el propio devenir dramático.

Pocas veces en el teatro argentino la palabra ha sido tan justamente usada como soporte y desencadenante. El lunfardo, el cocoliche, las modalidades verbales de los gallegos y los turcos desarman el momento dramático y le otorgan comicidad. La acción y el subtexto marcan dilemas, conflictos y situaciones angustiosas, pero el lenguaje provoca risa. Y con frecuencia no lo provoca por su sentido, que puede ser patético o doloroso, sino por la forma particular de su enunciado y los errores de pronunciación. Lenguaje que asume lo incorrecto, que subraya en el personaje un fracaso suplementario: el de expresar en una lengua que no se domina los dolores más gran des. Habría que señalar aquí el rotundo amor de Discépolo por sus criaturas, manifestado en la autonomía lingüística que les concedió y que le permite desentrañar fielmente el mundo de sus personajes “Omar bedrada chigo”, dice Mustafá, y Omar contesta, rascándose el chichón: “Gabeza”. Y el espectador ríe. Pero sabe que la pedrada en la cabeza de Omar, socio de Mustafá, es como la yapa en la tragedia de las trescientas siete cuadras caminadas y lo poco vendido.

En Discépolo, la acción consolida la palabra y viceversa; hay una relación recíproca y constante que nunca cede, no se descubren zonas inertes, ni siquiera en las acotaciones. Cuando Stefano trata de consolar a Marga rita de su vida frustrada, de la que se siente culpable, e intenta un gesto de cariño, Discépolo señala: “le mete un dedo en el ojo”. Y la simple acotación es transcendente porque es toda la vida de Stefano la que está ahí, como está en su miseria y en la página de música que nunca ha escrito. El espectador ríe del gesto torpe y ridículo de Stefano, y con la risa no se aleja de su miseria ni de su fracaso, al contrario, se acerca más.

El grotesco de Discépolo rescata de la vida su dimensión más próxima, su significado menos mistificante. Bien nos quisiéramos héroes, pero los seres humanos, con su vulnerabilidad, sus frustraciones, sus impotencias, el recorte que les hace una realidad despiadada a sus sueños y proyectos, son seres tragicómicos. Su grandeza nunca es la que pensaron que iban a tener o a conquistar: es otra más amarga y en algunos más lúcida. Ese Stefano que



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